martes, 26 de marzo de 2013

DISCURSO INAUGURAL DE LAS XXIII JORNADAS ANDALUZAS DE ENLACE

Antonio Escobar Ruiz
El Puerto de Santa María, Cádiz, 15 y 16 de marzo de 2013


En primer lugar, os doy la bienvenida a todas las personas que os habéis animado a participar en estas mini-Jornadas de ENLACE, unas jornadas distintas a las tradicionales, pero no por ello menos auténticas. Por lo menos eso es lo que esperamos quienes con ilusión las hemos preparado.

Recuerdo que en las Jornadas y Asambleas de los últimos años, cuando hemos comentado los obstáculos con los que nos encontrábamos para organizar las Jornadas por la falta de apoyo económico para las mismas por parte de la Administración, vuestra respuesta siempre ha sido que había que hacerlas, que no podíamos perder este espacio de encuentro, de convivencia, de reflexión y aprendizaje mutuo, de recargar las pilas… Que, aunque fuera en espacios más austeros como en el que ahora nos encontramos, aunque lo pagáramos de nuestro bolsillo…, no podíamos prescindir de esta oportunidad que a lo largo del tiempo nos ha dado tantas satisfacciones.

En estos días previos a la Jornada, cuando me preguntaba que os quería transmitir en esta intervención, solo se me venía a la cabeza una idea: quería transmitiros optimismo.

Los tiempos que corren son duros, la realidad que estamos viviendo es difícil, pero nosotras, todas y todos, ¡Podemos traspasar esta realidad! ¡Porque ya lo hicimos!

Nunca lo hemos tenido fácil, sobre todo al principio, cuando empezábamos: sin conocimiento de cómo abordar la problemática que estaba destrozando a tantos jóvenes y a tantas familias de nuestros barrios y pueblos, sin recursos… Pero con el convencimiento claro de que había que hacer algo y de que con nuestras manos y nuestra unidad teníamos suficiente.

Por ello, hemos sido pioneras/os en drogas en Andalucía y también en defensa de los derechos de las personas más desfavorecidas.

Hemos sido capaces de exigir un trato y un tratamiento adecuado para las personas con problemas de drogodependencias, para las familias y los niños y niñas y para las más jóvenes.

Hemos tenido la valentía de hablar claro de temas que escondían muchos tabús y condicionamientos morales, como la injusta política de drogas que ilegaliza a las personas que las consumen bajo el pretexto de protegerlas.

Gracias a la importante lucha de este movimiento asociativo hemos conseguido muchos logros: recursos de atención, tratamientos diversos y adaptados a cada persona, leyes más humanas,…

Hemos contribuido a cambiar la imagen social de la persona con problema de drogodependencias desde su visión como un vicioso, un degenerado o un vago hasta su entendimiento de que es una persona como cualquiera que en momento dado puede sufrir un problema de adicción, y que por ello merece el máximo respeto y todo el apoyo social posible.

Hemos conseguido un posicionamiento común en torno a cuestiones de fondo tan importantes como el modelo social, a la forma de intervenir en prevención, en incorporación social, en las cárceles y juzgados…, y un largo etcétera de aspectos positivos que, en el día a día de nuestro trabajo compartido en las asociaciones hemos ido construyendo.

Desde que empezamos nos hemos ido transformando, pero lo que siempre hemos sido capaces de dar cabida a todo el mundo: a las madres y familiares, a las personas usuarias, a las que vivimos esto como espacios de militancia, a las personas contratadas,…

Todo ha sido posible porque creíamos que podíamos transformar la sociedad. Lo creíamos de verdad y apostábamos por ello con todas nuestras fuerzas.
Hoy seguimos en este camino. Es verdad que algunas personas se han ido quedando atrás, forma parte de nuestra propia evolución, pero somos muchas las que seguimos adelante.

Y yo quiero trasladaros una pregunta que yo mismo me hago ¿ahora creemos menos en lo que hacemos? Nos cansamos, nos desanimamos, incluso a veces, nos desesperamos, pero, en el fondo, seguimos sintiendo la necesidad de transformar la realidad. De eso no tengo la menor duda.

Ese es nuestro valor más importante: estamos convencidas/os hasta el tuétano de que nuestra sociedad sigue mostrándonos a diario multitud de injusticias y desigualdades y que queremos transformar la realidad que nos rodea para conseguir que sea más justa, más solidaria, más para todos y para todas y no sólo para unos pocos.

Esto es lo que nos mantiene y esto es lo que nos ayudará a traspasar las dificultades con las que nos encontramos actualmente, que no son peores que las que nos encontrábamos hace 20 años.

Por ello, yo me siento optimista y sé que muchas de vosotras y vosotros también lo estáis.

Recuerdo que en las Jornadas de Reflexión que celebramos en septiembre en Málaga, en una de las dinámicas nos pedían colocarnos en el grupo de los optimistas o en el de los pesimistas y, después de compartir el debate que se fue generando, muchas personas encontramos razones suficientes como para animarnos y el grupo del optimismo se fue agrandando. Esto es lo que me gustaría que sucediera en estas Jornadas.

Como decía antes, no lo tenemos fácil, tenemos menos seguridades, la administración cada vez nos apoya menos, las políticas sociales son cada vez más economicistas y menos sociales, o incluso más “inexistentes”.

En este modelo los derechos sociales pasan a un segundo plano, pero las necesidades siguen estando ahí: cada vez más personas en la calle, más familias pasando necesidades y hambre, rebasando el umbral de la pobreza, cada vez más cierre de dispositivos y programas de atención socio-sanitaria, en definitiva, más exclusión y menos atención, menos solidaridad.

¿Vamos a asistir al desmantelamiento del Estado de Bienestar sin decir nada, sin hacer nada, dejando que hagan y deshagan sin que nos importe? ¿Vamos a permanecer encerrados en nuestras asociaciones, nuestras casas hasta que nos desahucien?

Nuestra participación, nuestra lucha, la lucha de las personas, no se puede parar, nuestra voz no se puede callar. Debemos volver a nuestra esencia primera, rescatar de nuestro interior esa necesidad de hacer algo, de no permanecer impasibles, que siempre nos ha movido.

¡Si tenemos que cambiar, cambiamos! Imaginaremos nuevas formas, seremos organizaciones más abiertas, más dinámicas, con menos recursos materiales, pero con mayor participación, mayor protagonismo de las personas, de todas, voluntarias, contratadas, y también de las personas de otras organizaciones. Con mayor riqueza y mayor fuerza unitaria.

Estoy seguro de que todas y todos las que nos encontramos aquí y quienes no hayan podido venir, estamos abiertas/os a ese cambio, para seguir trabajando por un nuevo modelo de sociedad, esa sociedad que soñamos, donde no existan personas sin las necesidades básicas cubiertas, las personas no nos encontremos solas, no haya enfermas/os sin atender, todas tengamos las mismas oportunidades para acceder a los recursos sociales y culturales, no exista estigma sino respeto absoluto a la diferencia, y todas y todos contemos de verdad, decidamos.

Esa es ahora nuestra seguridad, lo que debe guiarnos.

No es que sea un cambio de mentalidad, pero sí, de alguna manera, un dejar atrás algunas cosas que hemos tenido estos años, y recuperar algunas que dejamos atrás.

Antonio Escobar Ruiz
Presidente de ENLACE

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